La victoria de Daniel Noboa en la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales del 15 de octubre de 2023 dejó perplejos a los partidarios del
expresidente Rafael Correa. ¿Cómo fue posible que un candidato de derechas, con
un programa neoliberal similar al del profundamente impopular presidente
saliente, Guillermo Lasso (2021-23), derrote a Luisa González, la candidata de
izquierdas del partido correísta Revolución Ciudadana? ¿Después de seis años de
un empeoramiento de las condiciones socioeconómicas y de una fuerte escalada de
violencia, no era momento para que un gobierno correísta dirija el país lejos
de esta pesadilla?
Entender por qué los ecuatorianos optaron por
Noboa, miembro de una de las familias más ricas de Ecuador, frente a González,
una correísta leal, requiere echar la vista atrás a la década de presidencia de
Correa (2007-2017) y ahondar en la naturaleza del correísmo, el movimiento
político que lidera desde Bélgica.
En mi artículo – “Dilemmas for the EcuadorianLeft in the Shadow of Correa”- sostengo que, si bien Correa logró avances importantes, como la reducción de la pobreza y la violencia, el potencial progresista de su presidencia se vio limitado por tres factores interrelacionados: extractivismo, centralismo y autoritarismo. Un cuarto factor clave -la idolatría de Correa- ha atrapado al correísmo en el pasado y ha cerrado el espacio para la reflexión crítica y la renovación generacional del movimiento. Mientras tanto, la decisión de la Revolución Ciudadana de apoyar la agenda política de Noboa en los primeros meses de su presidencia y votar a favor de sus leyes neoliberales ha socavado aún más sus credenciales progresistas. No obstante, el correísmo continúa posicionándose como un proyecto de izquierda y sigue siendo una poderosa fuerza electoral. Por lo tanto, la izquierda no correísta tiene que comprometerse con él de un modo u otro. Ignorarlo o desear que desaparezca no son estrategias realistas.
La mayor esperanza de lograr un cambio
progresista a través del correísmo reside en los ámbitos local y regional,
donde los políticos, burócratas y asesores correístas progresistas tienen el
potencial de apoyar las luchas cotidianas en torno al trabajo, la alimentación,
la vivienda, el agua, el transporte, y el medio ambiente. Por ejemplo, el alcalde
de Quito, Pabel Muñoz y miembros de su gobierno municipal tienen la oportunidad
de trabajar con la colectiva Quito Sin Mineria para asegurar que los resultados
del consulta popular de Choco Andino sean cumplidos y la zona sea libre de
minería.
El potencial de trabajar junto al correísmo
depende de la capacidad de los movimientos y partidos de izquierda para
proteger su autonomía colectiva y, al mismo tiempo, aprovechar las
oportunidades de trabajar en una forma selectiva y estratégica con los
correístas para impulsar agendas progresistas. Resistir y expulsar al Fondo
Monetario Internacional (FMI), uno de los principales arquitectos y ejecutores
de la austeridad neoliberal en Ecuador, podría convertirse en una causa común
que una a la izquierda y proporcione una plataforma para futuras
colaboraciones. Los efectos de las políticas neoliberales del FMI han sido
catastróficos para la economía, la sociedad y el medio ambiente, por lo que
podría ser una lucha común que convoque a múltiples sectores de la sociedad
ecuatoriana, similar a lo que ocurrían en los años 80s y 90s, pero con mayor
énfasis en las consecuencias medioambientales.
El extractivismo, especialmente minero y
petrolero, es el mayor obstáculo que tienen el correísmo y los movimientos
ambientalistas e indígenas para colaborar. Sin embargo, hay algunos indicios,
aunque muy provisionales, de que el correísmo está dispuesto a apoyar las
luchas anti-extractivistas y a considerar alternativas pos-extractivistas. Este
ha sido el caso de los conflictos socioambientales en Palo Quemado y Las
Pampas, Cotopaxi, en los que el correísmo ha dado un apoyo inicialmente puro retórico.
Inequivocablemente apoyando a la iniciativa de Choco Andino sería un paso
adelante importante y podría abrir otras oportunidades de colaborar y formar
alianzas.
Trabajar contra el correísmo para frenar sus
impulsos extractivistas mientras se trabaja selectivamente a través de él y
junto a él podría ser clave para dirigir al país hacia un futuro progresista y democrático.
Si el correísmo sigue el camino netamente pro-extractivista estaría yéndose en
contra de una creciente consciencia ambiental en el electorado y las juventudes
del Ecuador, como lo indican los resultados de las consultas populares del
Yasuní y del Chocó Andino. Cada vez más un proyecto político pro-extractivista exige
el autoritarismo e impide la formación de un amplio y democrático movimiento de
las izquierdas.
La catastrófica decadencia que ha sufrido Ecuador durante siete años de austeridad neoliberal ha provocado demasiada miseria y sufrimiento. Al mismo tiempo, esto ha creado la oportunidad – y la necesidad – de reconstruir la izquierda y construir una alternativa plural, progresista y democrática. Los obstáculos son enormes pero la luz brilla en medio de la oscuridad.
Dilemmas for the Ecuadorian left in the shadow of Correa por Geoff Goodwin (University of Leeds, UK) publicado por Radical Americas, volumen 9
Geoff Goodwin es profesor de Economía Política Global en la Universidad de Leeds, Reino Unido. Su investigación se centra en la tierra, el agua, las infraestructuras, el activismo, y la transformación socioecológica. Investiga en Ecuador, Colombia, e Inglaterra.
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